Hace un par de días vino de nuevo a mi cabeza un refrán que había oído hace tiempo: «Con mar calma todos somos buenos capitanes».
Ha terminado impulsar mi reflexión el relevo al frente de Bankia. La forma en la que se ha producido su salida nos lleva a pensar en dos alternativas: o no tenía el perfil adecuado cuando se nombró (por lo que, desde un punto de vista estrictamente empresarial, no hubieran haberlo hecho) o si lo era la salida ha sido totalmente por motivos políticos.
La primera razón resulta desasosegante. Aunque no tengo capacidad técnica para juzgarlo desde el punto de vista financiero, vamos a proponer la hipótesis de que algunso nombramientos se hacen por razones políticas o de otra índole. Para mi esta hipótesis, sería un caso paradigmático de las falacias en las que se asienta la gestión de los Recursos Humanos en España.
Es decir, actualmente podemos ver como el mercado de trabajo español está compuesto por muchas personas con formación universitaria, e incluso con máster y doctorado, que compiten en procesos de selección agotadores para el más nimio cargo debido a la sobreabunancia de personas que pueden aspirar a él. Por ejemplo, en cualquier oposición vemos como para 100 o 200 plazas (algo hoy ya imposible) se pueden llegar a presentar más de 10000 aspirantes; con lo que esto conlleva en el necesario endurecimiento de las pruebas. Sin ambargo, al ver sucesos como el explicado en el párrafo anterior o en las polémicas por nombramientos en empresas públicas, comprobamos que la cúspide de los puestos directivos es un mundo más reducido en el que los nombramientos se suceden casi sin una competencia entre canidatos. Algo así como lo que se dice de algunos MBA’s: «no pagas por lo que enseñan, pagas por el networking».
Pues bien, si resulta que para algunos puestos la competencia es más allá de feroz pero para otros, precisamente aquellos que tomarán las decisiones más trascendentales, la competencia es reducida o nula…¿no estamos promoviendo precisamente el nepotismo y, con ella, la incapacidad de los que aspiran a los puestos por falta de competencia para llegar hasta ellos?
Y aquí es donde entra la frase de la primera línea. Tengo la sensación que durante los casi 40 años del perído democrático más largo de la historia española no se ha puesto a los mejores capitanes al mando de los barcos más importantes. De que somos un país que se ha modernizado en la clase media y baja (sufriendo ahora auténticos suplicios por cada puesto de trabajo) pero que en las altas esferas somos todavía un país cortesano en el que es mucho más importante a quién conoces que lo que eres capaz de hacer. En general esto no lo considero ni bueno ni malo, cada uno se busca las habichuelas como puede. Sin embargo, en momentos como éste, en el que día a día nos jugamos la supervivencia, más nos vale que quien dirija los distintos barcos sepa lo que tiene entre manos.
¿Estas seguro de que en las empresas no pasa? Puede que durante la contratación no sea tan flagrante, quiza lo sea más en la subcontratación.
De todos modos conozco muchos casos en el área de la informática a los cuales les han ascendido simplemente por tiempo. Vamos que se trata de gente con antiguedad que ascienden porque no saben donde meterlos y son «de confianza»: porque se han quedado desactualizados para el puesto en el que estaban o porque se vendian bien (vamos un buen escaqueo).
Básicamente la regla es dejar al que saca el trabajo, por norma el más competente, para que lo siga haciendo. Que trabaje el que lo hace bien y que mande el resto…
Tienes toda la razón!!
El ascenso como «sargento chusquero» es muy común. Aún así también se puede producir que alguien que técnicamente no sea muy competente pero sea buen latiguero o, en los menos casos, buen lider natural y que le asciendan.
Desde luego… encontrar buenos líderes es uno de los procesos más complejos en empresas y sociedad en general.