Durante los últimos tiempos he tenido oportunidad de leer a varios autores relacionados con algo que llamaré la «divulgación económica». Y una de las ideas que más me ha llamado la atención, entre muchas interesantes y bastantes wishful thinking, es que en las escuelas se acaba coartando la creatividad de la gente (y de paso su ánimo emprendedor) a base de penalizar el fracaso.
Según esta forma de pensar tendríamos que darnos a nosotros mismos la oportunidad de intentar todo varias veces, para asumir el coste en fallos de la inexperiencia y, finalmente, tener éxito en lo que estemos intentando. Por mi parte soy totalmente de esta opinión. Se de sobra que la sociedad, los amigos y, sobre todo, las empresas quieren oír lo perfecto que eres y lo bien que te sale todo. En cuanto sales a la calle debes estar haciendo un esfuerzo de marketing continuo.
Sin embargo, cualquier cosa que merezca la pena en la vida cuesta sudar, sollozar, mancharse las manos, perder alguna noche de sueño y perder pelo en alguna parte de la cabeza. Incluso los genios pasan montón de horas en su vida machacando como el que más. De hecho, uno de los grandes hombres de negocios americanos hizo una irónica definición del éxito:
La manera para alcanzar el éxito es doblar tu porcentaje de fallos
Así pues… pienso que hay que asumir el fracaso como parte de la vida (aunque hay que saber venderlo bien) y aprender de ello para que la siguiente vez llegue el éxito. Así que… ¡¡a intentarlo, a fallar, a volver a intentarlo y a triunfar!!
Samuel Beckett: «Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor»
Samuel Beckett: «Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor.»